Procesión de "los Picados" en San Vicente de la Sonsierra, septiembre.
Una vez dejé Labastida y su fiesta de la vendimia, me dediqué a buscar encuadres de paisajes de viñedos esa zona de la Rioja Alavesa. La suerte hizo que de repente se formase una tormenta fuerte y acabase buscando refugio en algún pueblo cercano.
En el horizonte, divisaba la preciosa silueta de un pueblo de aspecto rural, en el alto de una loma, con la iglesia despuntando frente a las nubes cargadas de agua y decidí acercarme hasta allí. Quizás a tomar un café mientras descampaba, quizás regresar a casa.
La suerte para mí, fueron unas pocas casualidades, pues gracias a esa tormenta llegué a ese pueblecito, San Vicente de la Sonsierra, en la que retraté un par de sorpresas.
La primera, muy sencilla y poco relevante, pero muy emotiva para mí, fue encontrar a un fotógrafo que llevaba todo su equipo fotográfico de carrete. Sí, los carretes de toda la vida. Y no paré de babear durante un buen rato apreciando el aquilatado equipo que llevaba colgado. Un par de Nikon EF-2 y una Leica M6, con ópticas muy luminosas no precisamente económicas.
No pude evitar conversar un poco con él, comentar el modo romántico en el que se trabaja con equipo tradicional, en lugar de los equipos digitales actuales. Me dijo una frase que me grabé a fuego cuando me dijo: "La digital es fotografía compulsiva y ésta es fotografía meditada".
Y lo cierto es que le miraba y me llamaba la atención cómo vestía ropa cómoda, el equipo iba en una bandolera de tela y las máquinas tenían pegados trozos de cinta aislante negra para evitarse los roces. Cuando veo a gran parte de aficionados y profesionales que parecemos pijos, con bolsas muy acolchadas para evitar que la cámara se haga un arañacito... jojojo me sentí a mi mismo patético. Y también aprecié el valor de esos equipos a prueba de golpes, roces y el uso intensivo de años. Comparado con los plásticos actuales... y eso que yo, con mi sentimiento un poco similar al suyo, con mi robusta 5D y los objetivos manuales antiguos que utilizo por placer... ni tan mal.
Pues ese pequeño detalle me alegró el resto del día. Y la segunda sorpresa... resulta que en este pueblo, se celebraba ese día la procesión religiosa de "los Picaos" que partía desde la Iglesia de Santa María la Mayor. La más importante de españa y casi única tras el paso de los años. De hecho, viene mucha gente desde España para verla.
Yo que no me considero religioso, no voy a comentar nada en el sentido bíblico. Respeto todas las creencias y decisiones de las personas, siempre que no afecten a los demás. En este caso, si se quieren dar latigazos a sí mismos para que les perdone Dios... pues ellos sabrán.
Intenté respetar su creencias y la emoción del momento utilizando sobre todo teles, para estar a cierta distancia. El reportaje me ocupó cerca de 500 fotos. Os pongo aquí sólo unas pocas que sirvan de resumen de esta tradición.