Subida al Pagasarri y Ganekogorta. Enero.
Paseo mañanero de domingo, en el que el cuerpo agradece el ejercicio que servirá para cargar pilas la semana siguiente.
Subida relajada, fácil y hasta social. Cantidad de gente disfruta todos los fines de semana del monte, del oxígeno, de una conversación alejada del ruido urbano y los ecos de paredes. Seguramente para hablar de las mismas cosas pero con la sensación de libertad que te da poder mirar al infinito sin un edificio delante, o como en mi caso un monitor a escaso medio metro.
No fue el mejor de los días para subir, aunque siempre merece la pena... a pesar de la lluvia, del viento o el frío.
Llevar el equipo mínimo te asegura el disfrute: unas botas adecuadas de las que transpiran pero no entra el agua, camiseta térmica de las que evacúan el sudor, pantalón resistente y elástico de montaña para que trabajen bien las piernas, un cortavientos, capa para la lluvia que te cubre incluso la mochila (y mi cámara que va siempre a cubierto bajo la misma, lista siempre para sacarla y disparar)... ¡ah! y lo más importante de todo (esto se lo dedico a alguien muy especial que fue quién me metió el virus rutero) ¡unos buenos calcetines!
Llovía de modo intermitente, pero no paraba, así fue todo el camino. Al principio del camino cierto calor por el viento sur que llegaba, arriba ya refrescaba por la altura y en el Ganeko, con el viento tan fuerte mi capa se rompió por tres sitios, pero era poder llevar la cámara colgada o meterla en la mochila... elegí que quería hacer estas fotos.
No tenía la mejor luz, no estaba despejado con el horizonte perfilado, los elementos tenían poco volumen y detalle con esta iluminación tan suave, el tono era azul intenso... paro los que somos un poco técnicos, hice un balance y en el ordenador me indica unos 8000º... como para sacar buenos tonos :-(
Aún así, siempre merece la pena salir, pasear y disparar... y lo mejor: la ducha en casita.
Para esta salida, un objetivo angular 28 mm., un tele 135 mm. y el tele 200 mm.