Paseo nocturno por el casco viejo de Bilbao. Enero.
Tenía ganas de registrar con mi cámara, el ambiente de las noches tempranas de sábado, en las que se mezclan los que van de compras con los que van de potes. Llovía bastante y eso me motivó aun más, pues no imagino Bilbao sin uno de los condicionantes más clásicos de nuestra tierra... aunque me temo, que esa noche fue más intenso que un sirimiri tradicional.
La lluvia me encanta para hacer fotos. Aporta contraste, mucho detalle, brillos, ...
Paseé por casi todo el casco buscando situaciones cotidianas, actos simples que me contasen un poco sobre las costumbres de esta ciudad... pero lo cierto es que la lluvia era intensa y no hubo mucho que me llamase la atención. Paraguas por doquier y gente amontonada en los pocos espacios techados.
No he querido perder la atmósfera del lugar, he intentado no corregir apenas el balance de blancos a pesar de dar ese tono tostado tirando a naranja, que emiten las bombillas de vapor de sodio, lás más utilizadas en la iluminación de las ciudades.